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jueves, 19 de abril de 2012

Cuna de héroes.




Por el Coronel F.A.H(r) José A. San Martín F.


Hace muchos años, 81 para ser más exactos, se fundó oficialmente la Fuerza Aérea Hondureña (FAH). Desde entonces ha tenido bajo su responsabilidad el resguardo y vigilancia del espacio aéreo nacional y de muchas otras misiones establecidas en las leyes que nos rigen a los hondureños.

Este recién pasado 14 de abril ha celebrado su aniversario con una emotiva y significativa ceremonia en donde se exteriorizaron sendos discursos por las autoridades actuales. Nos llamaron la atención las expresiones del señor Presidente de la República para referirse a la institución aérea militar. Evocó la labor de ex comandantes y de la solidez institucional de las Fuerzas Armadas (FF AA) como garantes permanentes de la soberanía nacional, particularmente las actuaciones valerosas que a lo largo de la historia ha realizado esta rama aérea de las FF AA. Y no solo aquellas acciones que en defensa de la soberanía nacional escribieron, en el cielo, su historia; sino también los operaciones aéreas que conllevan extremo riesgo al volar bajo condiciones extremas de mal tiempo a zonas de desastre para buscar, rescatar y proveer asistencia humanitaria a la población afectada en dichas áreas geográficas.

También se hizo referencia, en los discursos, a algunos personajes de la historia de la aviación nacional, que dedicaron su vida a forjar las mejores partes históricas de la vida institucional de la FAH. Nombres que son comunes al oído de los hondureños porque con ellos se les denomina a las distintas bases aéreas; sin embargo, se desconocen sus acciones valerosas y valiosas que los mantienen en los más altos pedestales de la historia militar de nuestro país. Para el caso, con el nombre del coronel de Aviación Hernán Acosta Mejía se le denomina a la base de la FAH localizada en Toncontín, Tegucigalpa; con el del coronel de Aviación Armando Escalón Espinal, a la base aérea en el aeropuerto Ramón Villeda Morales, en el municipio de La Lima, Cortés; con el nombre de coronel de Aviación Héctor Caraccioli Moncada a la base aérea localizada en las inmediaciones del puerto de La Ceiba; a la Academia Militar de Aviación, en Palmerola, Comayagua, se le denomina con el nombre del capitán de Aviación Roberto Raúl Barahona Lagos; a la Escuela de Capacitación de Mandos Intermedios, en Tegucigalpa, se le denomina con el nombre del general de Aviación (grado póstumo) Gerardo Enrique Carvajal Midence. Todos los personajes nombrados y muchísimos otros más que de Dios gozan y los que, aún con vida, sirvieron y lo siguen haciendo como miembros de la reserva de la FAH, han dado gloria y prestigio, no solo a la institución militar, sino a Honduras y su pueblo. Estos hombres y su actuar, y muchos otros que llenan grandes espacios en el libro de la historia institucional de la FAH, deben ser conocidos por la hondureñidad. En la historia de Honduras, un gran capítulo lo cubre la Fuerza Aérea Hondureña.

Sotío, como cariñosamente se le conoce al, por decreto del soberano Congreso Nacional nombrado héroe nacional por sus acciones valerosas durante el conflicto armado de 1969, teniente coronel de Aviación Fernando Soto Henríquez (QDDG), no solo paladinamente demostró su capacidad como piloto aviador de la FAH, sino también su enraizada actitud por el crecimiento de la aviación comercial en Honduras, al igual que su inigualable calidad humana. Sus acciones valerosas fueron reconocidas y están bien escritas en la historia de la aviación militar internacional.

A través de la FAH, Honduras, no obstante sus limitaciones económicas, se ha proyectado en beneficio de pueblos necesitados ante los embates de los impredecibles desastres naturales; hasta México, Guatemala, Cuba, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Vietnam, llegaron las alas de la Fuerza Aérea Hondureña transportando víveres y medicamentos que desprendidamente el pueblo hondureño se los cedió como gesto humanitario y solidaridad.

Hoy, 81 años después de su nacimiento, la FAH, con más necesidades que en el pasado y debido a las tendencias agobiantes de la recesión económica mundial y nacional, requiere, lógicamente, de mayor apoyo en recursos. Con muchas limitantes cumple con sus misiones, sostenidos principalmente por el deseo ferviente de sus mandos de hacer lo humanamente posible por mantener la tradicional imagen de baluarte de la defensa nacional que a través de los años ha sostenido la institución aérea con honor, lealtad y sacrificio.

No ha estado la FAH exenta de la infiltración corroñosa de quienes procuran denigrarla y debilitarla, sabiendo que con ello restan fortalezas al desarrollo y progreso de la nación. A pesar de eso, el pueblo hondureño confía en su institución aérea militar; los nuevos jefes tienen la gran misión de mantener incólume el prestigio que sus antecesores lograron alcanzar; fama que sobrepasa las fronteras nacionales.

Es vital que nuestros líderes políticos reconozcan la importancia de la FAH en la defensa y desarrollo nacional; se debe alejar toda injerencia de la política vernácula en el sostenimiento de su capacidad operacional, al igual que apartar toda intromisión de la política promocional de otras ramas de las FF AA en el crecimiento organizacional propio de la FAH.

Orgullosos deben sentirse todos aquellos que son miembros de la FAH, activos y retirados, civiles y militares. La institución demanda de todos ellos, ejemplo permanente de una conducta donde prevalezca el honor, la lealtad y el sacrificio.

Muy bien dicho señor Presidente Lobo: Fuerza Aérea Hondureña: Cuna de héroes.


El Coronel San Martin se desenpeña actualmente como presidente de la Fundacion Museo del Aire de Honduras.

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