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miércoles, 27 de marzo de 2013

Guerra en el Golfo.


Por: Cnel. de Av. ® José A. San Martín F.
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Aunque se diga lo contrario, las Fuerzas Armadas de Honduras, Nicaragua y El Salvador, aceitan sus recursos de guerra para utilizarlos en caso de que sea necesario en el Golfo de Fonseca. Serían irresponsables si no lo hicieran. Clásicamente, el empleo de la fuerza militar constituye el último recurso del que se echa mano cuando todas las demás opciones resultaron infructuosas en la solución de un conflicto entre países que pone en peligro la constitución de los estados y su soberanía.

El cuento de este problema en el Golfo de Fonseca, es viejo; tiene sus etapas, sus altos y bajos. Por temporadas no pasa nada; de repente aparecen las diferencias, pleitos por considerar que equis área pertenece a su país y no del otro. ¿Alguien ordena que se reactiven estas acciones de hostilidad?
A veces, lanchas patrulleras de la Naval salvadoreña acosan a las frágiles y pobres lanchas de nuestra Fuerza Naval estacionadas en las costas hondureñas del Pacifico; en otras oportunidades ocurre lo mismo con las embarcaciones de la Naval nicaragüense, acosando no solo a nuestras lanchas patrulleras sino que capturando y saqueando las de nuestros indefensos pescadores artesanales del Golfo, que tienen que pagar a las autoridades de Nicaragua montos promedios de entre US$ 8,000 y 10,000 dólares para recuperarlas. Imaginen la equivalencia en lempiras, 160,000 y 200,000 por sus lanchas artesanales y los pocos aperos que utilizan en sus labores de pesca para ganarse el pan de cada día y sostener a sus familias.

Muchos sacrificios hicieron para hacerse de un motor fuera de borda, el que a veces se pierde cuando son capturadas sus embarcaciones. Algunos se ven forzados a vender o hipotecar sus bienes, otros se comprometen con instituciones bancarias para financiarse y otros, al no poder obtenerlo, dan por perdidas sus embarcaciones y buscan otra actividad para trabajar o alimentan la influencia de la delincuencia o engrosan las “divisiones” de pobres.

Nunca hemos conocido que igual suerte corran las lanchas de pescadores nicaragüenses o salvadoreños. Desde que se emitió el fallo de la Haya estableciendo los derechos de los tres países en el Golfo de Fonseca, creímos que este diferendo había sido resuelto; sucedió solo en papeles porque en la realidad los hechos dicen lo contrario.

No obstante lo anterior y aunque las Fuerzas Armadas de los tres países le están prestando atención a esta situación que comienza a acusarse en la región, la Conferencia de Fuerzas Armadas de Centro América (CEFAC) que agrupa a los principales mandos militares de la región, debe hacer eco de sus objetivos, en el que uno de ellos persigue el establecimiento de medidas de confianza entre las instituciones castrenses. En otras palabras, ser leales y honestos entre todos. ¿Ocurre esto? Seguramente, y quisiera estar equivocado, solo cuando, reunidos en sus conferencias degustan café o vino.

Las Fuerzas Armadas de nuestros países deben proceder de acuerdo con los preceptos legales y el respeto a los acuerdos internacionales; por ningún punto de vista obedecer de sus autoridades políticas si estas, con sus órdenes, violan las leyes y los compromisos de los estados. Principalmente apoyar y fortalecer aquellos acuerdos que promueven la paz y el bienestar de la población.

 No existiría preocupación si los mandos militares de los países mantienen la misma frecuencia en nunca utilizar sus recursos de guerra para dirimir conflictos creando muertos y zozobra entre la población. Los políticos, los malos políticos, siempre persiguen satisfacer sus propios intereses aun a costa del perjuicio de las mayorías. No les importa la muerte de otros si con ello obtienen lo que quieren: bienes y poder. No es invento la opinión del señor Obispo Auxiliar de San Salvador al decir que, seguramente, la actual escalada del conflicto en el Golfo de Fonseca podría haber sido elaborada para distraer la atención de nuestros pueblos frente a la intención de, sabe Dios con qué mezquinos intereses, fraguar el logro de objetivos políticos egoístas.

En estos casos, las Fuerzas Armadas Centroamericanas nos deben dar tranquilidad y confianza. El pueblo debe tener la certeza que sus analistas militares están fielmente comprometidos con el cumplimiento de las leyes, los tratados y acuerdos internacionales; que están, las FFAA, unidas y alineadas, principalmente, con la promoción de la paz y el desarrollo de los pueblos para combatir con todos sus recursos a nuestro peor enemigo: La pobreza de nuestros pueblos.

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