SHANGHAI.- El séptimo ‘navío divino’ de China, el Shenzhou VII, ha despegado desde el desierto del Gobi con la misión de permitir la primera travesía espacial de un astronauta chino. La lanzadera Larga Marcha II-F ha efectuado su salida sin retrasos, a las 21.10 horas (15.10 en España) y transporta a los tres integrantes de la misión hacia la órbita que debe alcanzar el Shenzhou VII, situada a 373 kilómetros de la superficie terrestre.
El sábado, uno de los integrantes de la misión abrirá la compuerta del Shenzhou VII y se convertirá en el primer chino en asomarse al espacio.
La televisión estatal ha mostrado en directo el lanzamiento desde la base de Jiuquan, la primera que China construyó para tal efecto, en 1958, situada en la provincia noroccidental de Gansu y gestionada por el Ejército de Liberación Popular.
Los medios de comunicación locales están otorgando una cobertura excepcional del evento, un símbolo de la importancia que China otorga a su programa espacial como fuente de orgullo nacional y muestra de poderío tecnológico.
Los tres pasajeros del Shenzhou VII, Zhai Zhigang, Jing Haipeng, y Liu Boming, han declarado durante los primeros minutos de vuelo que todo marcha bien en el interior de la cápsula. Antes de partir, los taikonautas –como se conoce en China a los astronautas- fueron recibidos por el presidente de la nación, que ha asistido en Jiuquan al lanzamiento junto a los principales dirigentes del país.
Con un gran apoyo de toda la nación, los cuidadosos preparativos de varios sectores, un entrenamiento riguroso y vuestras sofisticadas habilidades, creo que tendréis un éxito completo en está misión gloriosa y sagrada”, señaló Hu Jintao. “La madre patria y el pueblo esperan a vuestro retorno triunfante”, asintió el líder chino según recogía la agencia de noticias estatal, Xinhua.
El regreso no se hará hasta dentro de 70 horas, después de que Zhai Zhigang, el jefe de la misión, llevé a cabo un paseo en el espacio de 40 minutos en el que llevará a cabo varios experimentos y probará el traje espacial diseñado por China. Un segundo taikonauta esperará en el interior de la cápsula con un traje ruso por si hubiera que asistir a Zhai con algún problema.
Tras completar los tres días de misión, el módulo de retorno se espera que aterrice en la región septentrional de Mongolia Interior el próximo día 28. “Los riesgos son altos. Mandar a tres astronautas es un salto cualitativo y cuantitativo”, afirmaba estos días uno de los ingenieros jefes de la misión. Zhang Jianqi ha declarado además que enviar a tres astronautas al espacio y permitir la salida de uno de la cápsula es una “prueba de fuego” y un “gran salto tecnológico” para las habilidades aeroespaciales del país.
Para China es importante comprobar que puede efectuar una "actividad extra vehícular" (EVA, en inglés) con éxito, como paso previo a sus objetivos a medio y largo plazo: poner en órbita un laboratorio tripulado, primero, y luego una estación espacial propia.
Algunas fuentes cercanas al programa espacial han declarado que China podría estar lista para mandar a un taikonauta a la luna para 2020, aunque las autoridades no han confirmado los planes. En 2003, China lanzó al espacio a su primer astronauta, Yang Liwei, a bordo de la Shenzhou V. Convertido hoy en un héroe nacional, Yang recordaba estos días las sensaciones durante la ascensión del vehículo: “Sentí que mis órganos internos estaban patas arriba, y hubo oleadas de náuseas”. Al entrar en contacto con la gravedad cero, “perdí todo sentido de la orientación”, ha afirmado.
La misión de Yang puso a China en el mismo nivel que la extinta Unión Soviética y Estados Unidos, las otras dos únicas naciones que han logrado hasta ahora mandar a un ser humano al espacio de forma independiente. Tras aquel éxito, en 2005, siguió el vuelo del Shenzhou VI, con dos taikonautas a bordo.
Ésta vez, 43 años después de que el cosmonauta ruso Alexei Leonov pasase 12 minutos fuera de su nave, China quiere avanzar hacia el objetivo de estblecer una estación espacial propia antes de 2020. Para ello, a lo largo de 2010, China tiene previsto lanzar otros tres ‘navíos divinos’ a intervalos de un mes escaso. La octava y novena cápsulas no tendrán tripulación y sólo se encargarán de transportar equipo de laboratorio, al que llegarán varios taikonautas a bordo del último de ellos, el Shenzhou X.
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