Por el General de Brigada® Walter López Reyes.
En los últimos años, las Fuerzas Armadas de Honduras han venido contribuyendo de manera importante y decisiva a la lucha contra el tráfico ilícito de drogas en nuestro país, por medio de diversas acciones que no solo han llenado un espacio vacío en el combate a este flagelo, sino que presumiblemente han orientado positivamente a las autoridades en cuanto a realizar operaciones conjuntas combinadas. En este sentido, la Fuerza Aérea Hondureña ha jugado un papel preponderante que se puede considerar de mayor importancia, por su versatilidad y flexibilidad, que ha tenido que adaptarse a la orientación propuesta en los lineamientos de una estrategia nacional de lucha contra este crimen. Se trata pues, de una acción concreta que tiene como objetivo básico reducir a la mínima expresión la presencia del narcotráfico en nuestro país.
El narcotráfico y el crimen organizado son percibidos por la comunidad internacional como una seria amenaza a la seguridad de los Estados democráticos. Existen muchas y variadas causas para tal percepción. Algunas de ellas tienen que ver con la salud pública, afecta gravemente la salud de las personas, pero sobre todo a la juventud, que una vez que se convierte en consumidor difícilmente recupera su estado normal; con la seguridad ciudadana incrementa la violencia delincuencial y existe la tendencia de que el crimen común se convierta en aliado del crimen organizado; también, con la generación de una cultura por quebrantar la ley, y el incremento de fenómenos como el comercio y la explotación sexual o trata de personas (especialmente de mujeres y niños). Es decir, esta ilícita actividad genera situaciones de riesgo para la integridad y el bienestar de toda la sociedad en la cual se introduce.
El narcotráfico actúa, igualmente, como una fuerza desestabilizadora, pues atenta contra la soberanía, la democracia y el Estado de derecho en los países donde opera. Los efectos sobre la economía son también negativos, pues genera inestabilidad, limita el crecimiento económico y ahuyenta las inversiones; pero lo más peligroso es que penetra las esferas más delicadas de las estructuras de poder del Estado.
Foto coleccion, propiedad y cortesia de Jose Anibal B.
Después de finalizada la guerra fría se dio inicio a un nuevo debate en torno a las cuestiones de seguridad y las amenazas no tradicionales, como el terrorismo internacional, el crimen transnacional organizado, el narcotráfico, la proliferación de armas, etc.
Si bien estas amenazas tienen la atención internacional con el fin de presentar alternativas para combatirlas, muchas veces los Estados se ven limitados para llevar a cabo acciones concretas dirigidas a neutralizar los grupos de delincuentes, debido a las restricciones que cada vez más impiden mermar las actividades delincuenciales a las que se enfrentan. Al imponer restricciones para no hacer esto o aquello (como el derribo de aeronaves piratas o narcoavionetas), los Estados están dejando abiertas las puertas para los narcotraficantes. Si bien es cierto que somos signatarios de acuerdos, convenios o protocolos, ello no significa que debemos poner en riesgo la soberanía nacional y la integridad territorial.
No obstante esto, lo recomendable es que las autoridades al más alto nivel se reúnan para estudiar, discutir, planificar y armonizar las acciones que se habrán de desarrollar en contra de este flagelo, para luego coordinar la ejecución de planes combinados con los países que nos prestan su colaboración en este campo, pero conservando la dignidad y la soberanía nacional.
La Fuerza Aérea Hondureña (FAH) es una de las unidades operativas más caracterizadas de las Fuerzas Armadas; al margen de prestar apoyo aéreo a la fuerza Ejército y Fuerza Naval, debe realizar misiones de interdicción en la lucha contra el narcotráfico junto con el Ministerio Público (Dirección de Lucha contra el Narcotráfico y Fiscalías); asimismo, brinda ayuda humanitaria a la población que es afectada por desastres naturales, realizando vuelos de búsqueda, salvamento y evacuación aérea médica en casos de emergencia (Copeco); y otras misiones relacionadas con la seguridad nacional. Para el logro de sus objetivos, la FAH debe de contar con los escuadrones de vuelo necesarios, capaces de llevar a cabo cada una de las misiones que se le han encomendado (intercepciones, interdicción aérea, apoyo aéreo cercano, transporte de fuerzas de reacción inmediata, etc.). Aquí cabe hacerse las preguntas: ¿Existe el suficiente presupuesto para el mantenimiento de los aviones, helicópteros, entrenamiento y preparación del personal de vuelo? ¿Están las autoridades competentes conscientes de la capacidad operativa y necesidades de todas las instituciones involucradas en esta lucha?
También debe quedar claramente establecido que cuando se pretende realizar una planificación ordenada y coordinada, en especial con el arma aérea, deben de contemplarse todos los factores y necesidades que se requieren para una lucha de larga duración y que de ninguna manera se pueden improvisar acciones de cualquier naturaleza.
Los vuelos a ciegas de carácter táctico y estratégico para interceptar aviones que violan el espacio aéreo nacional no son admisibles. La ayuda de radares y comunicaciones compatibles con un Centro de Operaciones Conjuntas (Comando y Control), que dirija y coordine con aquellas fuerzas que habrán de participar en las acciones, son vitales para el éxito de las misiones. La estructuración de este centro estará resolviendo los problemas que se presentan actualmente de coordinación y comunicación.
Como se podrá observar, los desafíos y obstáculos son difíciles, complejos y bastante delicados. No es posible ni tampoco recomendable resolver con el uso de una fuerza militar/policial únicamente este delicado problema; paralelo a ello, hay que llevar a cabo otros proyectos de carácter social y económico que coadyuven a combatir la narcoactividad, como ser: 1) Mejorar nuestro sistema económico/social, tenemos un crecimiento poblacional acelerado sin el adecuado crecimiento económico; 2) Disminuir los niveles de pobreza; 3) Desarrollar proyectos para mejorar el empleo y el subempleo, esto servirá para evitar la migración del campo a las principales ciudades; 4) Desarrollar programas sociales para evitar las pandillas juveniles y mejorar los hogares desintegrados, donde juegan un papel importante las iglesias y algunas ONG; 5) Mejorar el sistema educativo con valores morales y cívicos. Y otros aspectos que deberán tomarse en cuenta para que participe toda la sociedad en general y no dejar solo a los gobiernos que resuelvan estos problemas.
Los cambios que deben de hacerse son estructurales y de ninguna manera cosméticos. La voluntad política y cívica debe de ponerse a prueba por autoridades y la sociedad en general. Si queremos una patria como la soñaron nuestros próceres, tenemos que hacer “esfuerzos” grandes para no tener que lamentarnos más adelante. La Fuerza Aérea Hondureña debe mantener un alto nivel de excelencia operativa en el empleo del poder aéreo, basado en la doctrina aérea moderna, para afrontar los roles de defensa y seguridad, así como de apoyo al desarrollo nacional. Sin una permanente actividad de vuelo que contemple la programación en sus distintas fases (primario, básico y avanzado, táctico y estratégico) no podrá mantener el alto nivel operativo que exigen las circunstancias actuales.
Visto lo anterior, es necesario al más alto nivel político-militar analizar la creación de fuerzas de reacción inmediata para ser desplegadas a las zonas de conflicto, las que pueden estar estacionadas en las bases de la Fuerza Aérea Hondureña. El personal de estas fuerzas debe ser selectivo y entrenado especialmente para este tipo de tareas. No es necesario ser grandes en tamaño, sino eficientes, tenaces y debidamente entrenados para dar respuesta a este terrible flagelo.
“Las maniobras militares son el resultado de los planes y las estrategias en la manera más ventajosa para ganar. Determinan la movilidad y efectividad de las tropas”, General Sun Tzu (El Arte de la Guerra).